Finca Bacara
Finca Bacara no es una bodega familiar pero sólo porque las personas que trabajan en ella no le corre la misma sangre por las venas. Dueños y trabajadores se sienten en familia. Así nos lo cuenta Roberta Ribezzo, export manager de la bodega: “Yo soy italiana y estoy lejos de mi familia y mis amigos, pero sé que cualquier cosa que pase en mi vida fuera del trabajo, puedo contar con la ayuda de Ioana y Santos (matrimonio dueño de la bodega) y que no son solamente mis jefes. De verdad, no sé cuántos ambientes de trabajo hay así”.
Finca Bacara produce vinos monastrell monovarietales, veganos y sin gluten. Lo hacen así porque consideran que es la mejor manera de expresar el sabor de la uva monastrell.
Esta bodega nace en 2016 como un proyecto personal de los propietarios focalizado en ofrecer vinos 100% monastrell con un estilo muy particular y diferente. Y les ha ido muy bien porque sus vinos puedes encontrarlos en 30 países. Finca Bacara produce vinos Monastrell monovarietales, veganos y sin gluten. Lo hacen así porque consideran que es la mejor manera de expresar el sabor de la uva monastrell.
Los viñedos se encuentran a 900 metros de altitud en lo que Roberta Ribezzo considera un “oasis” ya que hay muchas horas de sol al año y muy poca lluvia. La amplitud térmica entre el día y la noche hace que las viñas crezcan en condiciones de estrés, por ello, sus vinos reflejan al 100% el terruño de Jumilla.
Finca Bacara cuenta con cinco referencias de vinos tintos 100% monastrell. La diferencia entre ellos se debe exclusivamente a la crianza de los vinos en barrica. Esa deferencia la encontramos en 3015 y en Times Waits for no one. Vinos que llaman la atención en nariz, boca y, por supuesto, en sus originales etiquetas.
Además de los tintos, cuentan con un vino blanco extraordinario elaborado con uvas chardonnay y moscatel: Yeyá.
También están lanzando dos vinos recién llegados: un rosado 100% garnacha tinta y un sauvignon blanc.
“Somos la alternativa a los clásicos vinos. Hemos apostado por etiquetas atractivas capaces de despertar la curiosidad de los consumidores. Una vez que alguien coge nuestra botella y decide catar el vino, estoy segura de que no se arrepentirá de la decisión de haberlo comprado”.
Roberta no se equivoca en su afirmación porque son vinos bonitos por fuera y, sobre todo, por dentro.