Queirón
El sueño de Gabriel Pérez se hizo realidad en forma de bodega: Queirón. Un sueño largo, que nace en el Barrio de las Bodegas del siglo XVIII de Quel (Rioja Oriental) cuando apenas había bodegas… Un sueño recurrente en los que recupera los viñedos de su pueblo. “Cuando se arrancaba viña, él plantaba en espacios recónditos, en alturas límites; cuando se iba a un cultivo monovarietal; él se empeñó en salvar de la agonía y el olvido dos castas originales de nuestro territorio como son la garnacha o el graciano”, nos cuenta Raquel Pérez Cuevas, una de sus hijas que como sus hermanos trabaja para que el sueño de su padre siga siendo una realidad. Y trabajan duro, porque no es la única bodega de la familia. Su pasión por el vino les llega casi desde la cuna, cuando Gabriel allá por los años 80, fundó una de las bodegas más importantes de La Rioja: Ontañón.
La obsesión de Gabriel Pérez, concretamente, en Queirón, es elaborar grandes vinos que expresen el alma de su pueblo, la belleza de sus paisajes y la austeridad de sus suelos.
Para Raquel Pérez Cuevas y su familia el viñedo es su razón de ser. Para ellos el trabajo en el campo es el principio y el final de todo. Apostando siempre por los viñedos más recónditos y difíciles de trabajar. “Creo que mi padre ha ido moldeando los viñedos y, a su vez, la viña lo ha ido definiendo a él en un proceso simbiótico de aprendizaje mutuo que ha sabido transmitirnos a sus hijos”. Raquel y sus tres hermanos llevan a cabo distintas tareas pero todos forman una piña y sienten como propia la responsabilidad global de la bodega.
La clave de la viticultura de Queirón reside en el respeto máximo por el entorno. “Mi hermana Leticia, que es ingeniera, dice que no podemos abarcar la naturaleza sólo de forma racional, que tiene algo de extraordinario que es inexplicable”. Las palabras de Raquel cuando habla de su familia y de las viñas transmiten emoción que es además lo que quieren trasladar a sus vinos.
La bodega tiene cuatro referencias que reflejan una experiencia que marca el viñedo. El Arca expresa la fragilidad de un viñedo de garnachas antiquísimas.
Mi lugar aúna garnachas y tempranillos de distintos viñedos a distintas alturas. Queirón Reserva 2011 es un homenaje al cabeza de familia, Gabriel Pérez, porque surge de la viña La Pasada y representa los comienzos de la bodega. “Tiene una finura que es esencia de Rioja y que nos emociona porque nos envuelve; es auténtica seda”. Y, por último, con Ensayos Capitales la familia Pérez Cuevas se lanza a tumba abierta con la uva graciano sin sulfitos, sacando del olvido una variedad emblemática de Rioja que, según nos cuenta Raquel, “es puro Rock and Roll”.
Queirón deletrea una filosofía de viticultura (que es la vida de esta familia) y nace con el objetivo de dar placer. Y para cualquier vino, no hay un objetivo más grande.