Vino y coronavirus. Podría ser el título de un estudio científico elaborado por la Universidad de algún estado del interior de USA, podría ser el ensayo de un Master of Wine… Siento decepcionarles, sólo es una reflexión de una amante del vino que ha encontrado consuelo en él durante la pandemia. Y no me refiero a que me haya vuelto alcohólica, el vino ha sido una vía de escape desde la responsabilidad personal (responsabilidad es una palabra que de tanto oírla empieza a ser tan odiosa como “la nueva normalidad”).
Mi relación con el vino ha seguido casi la misma curva en consumo que el propio coronavirus. Vamos por partes. Mejor dicho, vamos por fases.
El lunes 6 de Marzo por la mañana tuve una entrevista de trabajo con muy buena pinta y con altas probabilidades de que me cogieran. Esa misma tarde, el Gobierno de Madrid anuncia que cierra las escuelas infantiles y los colegios. Estaba con un par de amigos maestros que, de primeras, y sin sospechar lo que se nos venía encima les pareció una noticia estupenda que relajaría un poco su trabajo. Yo supe en ese mismo instante que mi trabajo con muy buena pinta y altas probabilidades se desvanecía como la libertad de movimiento.
“Abramos un vino”. Uno tinto, que entre bien, que me anime un poco, a mis amigos maestros les daba igual uno que otro (lo que hace la inconsciencia del primer momento, como cambió su semblante al día siguiente cuando supimos que esto iba en serio) iban a beber igual. Gatuno tinto fue el elegido. Y no os voy a engañar, me animó. Porque total sólo iban a ser 15 días…
Comíamos y cenábamos con vino. Tomábamos el aperitivo con vino. Hacíamos una videollamada con vino. Y después de cenar, pues un vinito dulce.
En casa, mi marido y yo nos organizamos para tener la despensa llena y la cava… a rebosar. Había que aprovechar para hacer cosas que normalmente no tienes tiempo para hacer como, por ejemplo, catar. Nuevas referencias, añadas, rarezas, vinos extranjeros que nos traemos de algún viaje…
Marzo de 2020 siempre lo recordaré como el mes del vino. Comíamos y cenábamos con vino. Tomábamos el aperitivo con vino. Hacíamos una videollamada con vino. Y después de cenar, pues un vinito dulce.
Lo curioso era que todos nuestros amigos de diferentes grupos y ciudades iban incrementando la curva de consumo de vino a la par que nosotros (igual no tanto, la nuestra creo que está en el Top Ten del mundo). Y en las videollamadas como teníamos poco que contar pues hablábamos de vino, de vermut (tuvo mucho éxito Mon Dieu! entre amigos y conocidos) y también catábamos. “Enviadnos vino, los que queráis”. Así que nuestra pequeña tienda online de pequeños productores se ha hecho un poquito más grande gracias a que, no nos engañemos, el vino nos hace felices.
Hemos sido testigos de que mucha gente que no tenía hábito de beber vino en casa ha aprendido que es una gran manera de consumirlo. Bebes lo que quieres, sin desplazarte, sin coger el coche ni transporte público. Lo maridas con lo que te apetezca. Y si te pasas, te acuestas. WIN WIN.
Los dos primeros meses han sido agotadores. He bebido más vino que en toda mi vida. Pero cómo lo he disfrutado. He descubierto nuevos vinos que me han chiflado y que no había tenido oportunidad de catar con calma, por ejemplo, los Viñátigo de Tenerife (cualquiera, me gustan todos), Bigardo de Toro, Mi lugar de Queirón (pepino), los Pateiro de Ribeiro, los nuevos A Telleira…
Pero también he recatado vinos que hacía tiempo que no disfrutaba como los cavas de Jané Ventura o el Montargull (el cava, qué vicio). Nuevas añadas como la de Amigos tinto de Tierra de Castilla o el Trasto Rosado de León. Sin olvidarnos de abrir añadas que teníamos guardaditas como algunas de Demencia.
En mi casa y en la de mucha gente seguimos comiendo y cenando con vino, y tengo que anunciaros que… No vamos a dejar de hacerlo.
Estaba deseando entrar en la fase 0 para echar un poco el freno. La curva de consumo de vino se ha aplanó desde que entramos en fase 0 hasta ahora que estamos en fase 2. En casa. Porque ya están abiertas las terrazas desde la 1 y algunos restaurantes en el interior…
Las similitudes entre la curva del vino y coronavirus comienza a desaparecer. Es imposible que decaiga la curva del vino como la del coronavirus. Porque en mi casa y en la de mucha gente seguimos comiendo y cenando con vino, y tengo que anunciaros que… No vamos a dejar de hacerlo. Nueva normalidad.